A Borges no le gustaba del todo el invento de la imprenta. Decía que ayudaba a que la estupidez llegara a más gente y que además permaneciera durante más tiempo. Claro, esto era la boutade de un esnob reaccionario que usaba los volúmenes de las sagas escandinavas como barricada para protegerse de la calle y al que lo que en verdad molestaba era la degradación a lo popular de la cultura.
David Gistau
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