Richard Stallman denuncia las "funcionalidades malévolas" de Microsoft y grita "¡Abajo la SGAE!"
No lleva pantalones chinos con la camisa por fuera, ni cede millones de dólares (porque no los tiene) contra la malaria, ni empezó su empresa (tampoco la tiene) en un garaje, ni se dedica a comprar las guitarras usadas de Jimi Hendrix. No es un héroe moderno de Silicon Valley como Bill Gates o Steve Jobs, sino todo lo contrario.
Richard Stallman, el gurú del software libre y del copyleft, ha expandido su mensaje en Barcelona. Descalzo, con su barba de profeta o de fan de los Greateful Dead, predicó contra las empresas que bloquean sus programas, impiden compartirlos y les instalan “funcionalidades malévolas”. Por ejemplo, una que empieza por Micro y acaba por Soft.
Mientras Gates dejaba la Universidad en los 70, Stallman se convirtió en el hacker del Massachussets Institute of Technology. Sus otros compañeros libertarios acabaron montando una empresa de software privativo y Stallman, ya sólo, dedicó su vida a desarrollar el GNU, un sistema operativo libre y libertario que todo el mundo con conocimientos suficientes pudiese mejorar.
No contaba con la entrada en escena de Linus Torvals. En 1991, este estudiante finlandés descifró la parte que le faltaba a Stallman para su programa, que resultó ser el núcleo, la más importante. Torvalds compartía con Stallman el coeficiente intelectual estratosférico, pero no su anarquismo tecnológico. Cedió su Linux al movimiento de software libre pero se fue a trabajar al lado oscuro y ahora vive en Beverly Hills. Se declara “apolítico” pero ya se sabe que hasta Franco era apolítico. Hoy, muchos relacionan Linux, el software del pingüinito, con el movimiento anti-Windows, y nada molesta más a Stallman: él está en una orilla y Torvalds y Gates, juntos en la otra.
El gurú acabó su charla de más de dos horas en la UPC como esperan sus acólitos: se colocó una chilaba de santón y un disco duro tipo aureola en la cabeza y así, con su disfraz de “San iGNUcius”, animó a los estudiantes a extender sus ideas. Que cuenten a sus amigos, que cada vez que buscas una palabra en Windows XP, el programa le envía el recado a Microsoft y que el Media Placer controla cada movimiento de su usuario. “Tu programa te vigila”, dice Stallman. Y además es caro y te llaman pirata si lo compartes con tus amigos.
En el turno de preguntas, Stallman se reveló como uno de esas bandas que triunfan en los bises con un encadenado de hits. Dijo que no salvaría a Bush si lo viese ahogándose y supiese nadar y soltó un sonoro: ¡Abajo la SGAE! La creación, como el genio, también debe fluir libre, según el apostolado Stallman.
Jornadas ‘Fote-TI’ en la Universidad
Stallman fue el invitado estrella de las Jornadas Fote-TI, la alternativa al Fòrum d’Empreses que se celebra estos días en la UPC. Un organizador de las Fote-TI, Edgar Manjarín, cree que el Fòrum, que funciona como un bazar del empleo para los estudiantes “mercantiliza la Universidad”. Manjarín, discrepa de la presencia en la Universidad pública de Telefónica, Indra o PriceWaterhouseCoopers que “tienen relación con la industria armamentística” o dudosos récords medioambientales.
fuente: www.adn.es
No lleva pantalones chinos con la camisa por fuera, ni cede millones de dólares (porque no los tiene) contra la malaria, ni empezó su empresa (tampoco la tiene) en un garaje, ni se dedica a comprar las guitarras usadas de Jimi Hendrix. No es un héroe moderno de Silicon Valley como Bill Gates o Steve Jobs, sino todo lo contrario.
Richard Stallman, el gurú del software libre y del copyleft, ha expandido su mensaje en Barcelona. Descalzo, con su barba de profeta o de fan de los Greateful Dead, predicó contra las empresas que bloquean sus programas, impiden compartirlos y les instalan “funcionalidades malévolas”. Por ejemplo, una que empieza por Micro y acaba por Soft.
Mientras Gates dejaba la Universidad en los 70, Stallman se convirtió en el hacker del Massachussets Institute of Technology. Sus otros compañeros libertarios acabaron montando una empresa de software privativo y Stallman, ya sólo, dedicó su vida a desarrollar el GNU, un sistema operativo libre y libertario que todo el mundo con conocimientos suficientes pudiese mejorar.
No contaba con la entrada en escena de Linus Torvals. En 1991, este estudiante finlandés descifró la parte que le faltaba a Stallman para su programa, que resultó ser el núcleo, la más importante. Torvalds compartía con Stallman el coeficiente intelectual estratosférico, pero no su anarquismo tecnológico. Cedió su Linux al movimiento de software libre pero se fue a trabajar al lado oscuro y ahora vive en Beverly Hills. Se declara “apolítico” pero ya se sabe que hasta Franco era apolítico. Hoy, muchos relacionan Linux, el software del pingüinito, con el movimiento anti-Windows, y nada molesta más a Stallman: él está en una orilla y Torvalds y Gates, juntos en la otra.
El gurú acabó su charla de más de dos horas en la UPC como esperan sus acólitos: se colocó una chilaba de santón y un disco duro tipo aureola en la cabeza y así, con su disfraz de “San iGNUcius”, animó a los estudiantes a extender sus ideas. Que cuenten a sus amigos, que cada vez que buscas una palabra en Windows XP, el programa le envía el recado a Microsoft y que el Media Placer controla cada movimiento de su usuario. “Tu programa te vigila”, dice Stallman. Y además es caro y te llaman pirata si lo compartes con tus amigos.
En el turno de preguntas, Stallman se reveló como uno de esas bandas que triunfan en los bises con un encadenado de hits. Dijo que no salvaría a Bush si lo viese ahogándose y supiese nadar y soltó un sonoro: ¡Abajo la SGAE! La creación, como el genio, también debe fluir libre, según el apostolado Stallman.
Jornadas ‘Fote-TI’ en la Universidad
Stallman fue el invitado estrella de las Jornadas Fote-TI, la alternativa al Fòrum d’Empreses que se celebra estos días en la UPC. Un organizador de las Fote-TI, Edgar Manjarín, cree que el Fòrum, que funciona como un bazar del empleo para los estudiantes “mercantiliza la Universidad”. Manjarín, discrepa de la presencia en la Universidad pública de Telefónica, Indra o PriceWaterhouseCoopers que “tienen relación con la industria armamentística” o dudosos récords medioambientales.
fuente: www.adn.es
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